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Debutó como actriz a los 15 años y en unos meses cumplirá tres décadas dirigiendo películas. Icíar Bollaín (Madrid, 1967) considera el cine una herramienta poderosa para lograr la transformación social y crear una sociedad más justa. Le gusta pintar retratos y dibuja con mimo los mundos de las mujeres en títulos cinematográficos imperdibles como 'Te doy mis ojos', 'La boda de Rosa' o 'Maixabel'.
Este viernes es estrena su película 'Soy Nevenka', una mirada sobre el acoso que nos lleva de la mano de la primera mujer que denunció a un político por acoso sexual. Con la denuncia y condena en 2002 a Ismael Álvarez, exalcalde de Ponferrada, Nevenka Fernández sufrió el silencio y la incomprensión de su ciudad. En 'Soy Nevenka', se busca que el espectador llegue a meterse en la piel de la involuntaria protagonista de esta historia, interpretada por la actriz Mireia Oriol, a sentir su angustia.
Impacta ver imágenes del estreno de la película en San Sebastián la semana pasada (la imagen sobre estas líneas, prestada, es de la periodista Ana Pastor). "Queríamos hacer entrar al espectador con Nevenka en ese túnel en que entra por el acoso de este hombre, y vivir su salida, porque también buscamos que sienta con ella esa lucha por su dignidad, esa pelea por recuperarse, por rehacerse", dice Bollaín, al otro lado del teléfono.
- Qué emocionante el estreno de 'Soy Nevenka' en el Festival de Cine de Donosti. Impresiona ver a Nevenka tan arropada. ¿Ese gesto es una reparación por tanto dolor?
- Muy emocionante, impresionante, la verdad. Ha sido... yo no lo voy a olvidar: verla a ella mirando ese aplauso, que fueron minutos y minutos y minutos? Muy bonito, muy cálido y muy emocionante. Creo que esto ayuda a reparar, que es muy importante. Aparte de lo que le pasó, luego sintió un rechazo y sintió que su historia se contaba en unos términos muy tremendos para ella. No se la reflejó como una víctima, sino casi como lo contrario, como una chica joven y trepa y aprovechada. Muy terrible. Yo creo que ella tiene también una voluntad de que esto sirva, y creo que la manera también de compensar esa sociedad un poco que fuimos, que no valorábamos en lo que vale el gesto que hizo de denunciar un acoso, pues que lo hagamos en la vida cotidiana cuando veamos un acoso o cuando conozcamos un caso, que lo arropemos y lo apoyemos y que las víctimas no se sientan tan solas. Podemos hacer mucho, y ayudar a que las víctimas puedan ser escuchadas y escucharlas.
- ¿Cuándo y cómo llegó a usted la historia de Nevenka? Leí que no siguió el caso cuando denunció.
- Sí me enteré, lo que pasa es que yo acababa de ser madre, tenía como cinco o seis meses mi primer hijo, y la verdad es que no estaba muy conectada, como está una cuando acaba de tener un hijo. Y luego sí que seguimos el juicio. Luego leí el libro de Millás, que me impactó mucho, porque fue como ver otra historia: detrás de la prensa, detrás de la imagen que se proyectó de ella, había una mujer joven que había sufrido mucho y que tuvo un valor impresionante en plantar cara a este hombre tan poderoso y denunciarlo. Pero no pensé tampoco en hacer una película. Fueron unos productores, Koldo Zafúa y Juan Moreno, que hace tres años o así me lo propusieron. Y entonces lo afrontamos Isa Campo, que es la otra persona que ha escrito conmigo el guión, y yo. Nos planteamos que era una historia muy pertinente, incluso si cabe ahora más. Que hablar de acoso sigue siendo importante, porque nos sigue costando entender lo que sufre una víctima, por qué una víctima, como dicen en la película, "se deja", esa frase tan brutal. Y pensamos que valía la pena. Y luego también pasa una cosa, que cuando cuentas algo de hace 22 años y ves la respuesta que tuvo, también genera un efecto de espejo, de decir, bueno, ¿y dónde estamos ahora? ¿Cómo estamos ahora? ¿Cuánto hemos mejorado? ¿Cuánto queda por mejorar? Así que me pareció que era una historia que valía la pena contar.
- ¿Pudo ver 'Nevenka', el documental que produjo Ana Pastor? El libro de Millás y luego la labor de una periodista que puso el foco en la historia parecen claves en dar a conocer este caso a tanta gente.
- Sí. En su día fue el libro, y ahora el documental de Ana Pastor ha traído la historia al presente, porque hace veintitantos años hay mucha gente, sobre todo de una generación joven, como la misma protagonista de la película, Mireia Oriol, que tenían apenas 4 o 5 años. Se le dio voz a ella, que también era muy importante, oír el relato de ella en primera persona.
- ¿Qué quiere mostrar usted en 'Soy Nevenka'?
- Quiero contar la historia, que me parece una gran historia, y cuando llegas cuando ya hay un documental y un libro, ¿qué puedes aportar? Pues yo creo que la ficción aporta que lo vivamos con ella, te facilita que el espectador se pueda sentir identificado con ella, y vivir con ella ese túnel en el que entra por el acoso de este hombre, y también su salida, porque también sentimos con ella esa lucha por su dignidad, esa pelea por recuperarse, por rehacerse. Creo que el cine te comunica todo eso con muchísima emoción, genera mucho impacto, mucha empatía.
- ¿Cómo fue el primer encuentro con Nevenka? Ella ha contado que les pasó su diario...
- El diario nos lo pasó mucho más adelante, cuando ya había más confianza, más conversaciones. La cita la concertaron los productores, y Nevenka, como es muy trabajadora, se empolló tanto la filmografía de Isa como la mía, que había algunas películas que no había visto. Había visto 'Te doy mis ojos', pero otras no. Y ya cuando nos vimos estaba muy predispuesta, porque además me precedía 'Maixabel', que es una historia muy difícil también, de una persona real, y creo que la contamos con respeto, y eso también le llegó. Entonces, como que íbamos con buenas credenciales cuando nos reunimos. Y estuvo muy abierta, muy abierta, muy generosa, con curiosidad, nos preguntó cómo iba a ser el proceso, y a partir de ahí iniciamos muchas conversaciones. E hicimos un trabajo de campo, además del libro y del documental, hicimos una vuelta a las fuentes, volvimos a hablar con su abogado, con su psicoanalista, con su marido, Lucas, hablamos con amigas suyas de Ponferrada, con gente de Ponferrada que les conoció, con funcionarios del ayuntamiento, con un constructor, con otro miembro del PP de la anterior legislatura... Hablamos con gente que nos pudo dar una imagen más allá de lo que la propia Nevenka nos contaba, con periodistas también de allí que nos dieron un poco el background del momento. Y a ella cuando volvíamos con información le podíamos repreguntar cosas, dudas que nos hubieran surgido. No ha participado, porque no es posible, porque el guión es un proceso que hemos hecho Isa Campo y yo, pero Nevenka estaba disponible con mucha generosidad si teníamos más cosas que preguntarle.
- Leí que hubo quienes estaban de parte de Nevenka pero os decían que dejárais ya este tema, que lo cerrárais.
- No eran cercanos a ella, hubo dos concejales del gobierno anterior del PSOE que nos abrieron muchas puertas, pero sí que había una sensación en uno de ellos de que era como la crónica negativa de un lugar, y pesaba un poco, pero no dejaron de ayudarnos por ello. Yo les decía que Nevenka es ponferradina y es una mujer valientísima, valerosísima, entonces también se puede reivindicar ese coraje como parte de alguien de Ponferrada. En el fondo lo que se levantó es contra un abuso de poder, eso también es válido para los que estuvieron allí y para los que están.
- Tuvieron que rodar en Zamora y en Bilbao porque el Ayuntamiento de Ponferrada ni les contestó...
- Sí, pedimos permiso y nada. Obviamente el Castillo de Ponferrada es tan especial y tan único que nos hubiera gustado rodar allí, en las calles... Gran parte del rodaje ocurrió en Bilbao por una cuestión de financiación, pero a mí me hubiera gustado rodar en Ponferrada porque es muy característico, con su pizarra, con sus montes alrededor, y porque la historia ocurrió allí. No contestaron, yo entiendo que este señor (Ismael Álvarez) todavía tiene mucha influencia y mucho peso, y que hay un gobierno que es afín, y no quisieron complicarse la vida.
- ¿Tuvo algún tipo de contacto con él, con Ismael Álvarez?
- Cuando te acercas a una historia real piensas que vas a hablar con todos, si viven, lo que pasa es que su discurso ha sido muy uniforme siempre, lo ha negado todo, entonces no vimos mucha posibilidad de diálogo. Con alguien que lo niega todo, ¿de qué hablas?
- El año pasado él se autopublicó un libro, 'Escrito queda', y volvía sobre lo mismo, sin reconocer nada, y cargando de nuevo contra Nevenka.
- La suya no es una posición que no conociéramos, de hecho hay entrevistas suyas, y luego salió el libro y lo leimos. Teníamos muy clara cuál era su posición, no pensamos que nos fuera a aportar más que nos la contara de viva voz. Y todo esto, si hubiera querido hablar con nosotras, que esa es otra cuestión, no sé si hubiera querido tampoco.
- ¿Le interesa especialmente en su cine entrar en los mundos de la mujer y contarlos? 'Te doy mis ojos', 'La boda de Rosa', 'Maixabel'... aunque son muy distintas, el eje es una mujer. También ahora en 'Soy Nevenka'.
- Bueno, son historias que me han llamado la atención por una razón o por otra. 'La boda de Rosa' es la más ligera, también tiene un tema de profundidad, que es el respeto a una misma. Y en el fondo, en comedia y con esa idea un poco absurda de casarse con una misma, en el fondo está conectado con Nevenka, porque hay una actitud, una cultura que tenemos las mujeres de complacer a los demás, y a los hombres en concreto, una cultura en la que hemos crecido y que pesa muchísimo y que es muy difícil sacudirse. Creo que es parte de lo que probablemente vivió Nevenka, como vivimos, no sé si todas, pero desde luego muchísimas mujeres. Vernos en situaciones donde realmente no queremos estar. Estoy hablando del principio, luego ya por supuesto cuando el acoso empieza a ser duro, ya por descontado, pero me refiero a antes de llegar ahí. Por eso también esta película va a hacernos pensar y nos va a remover a muchas mujeres, porque nos hemos visto en muchas situaciones en las que teníamos que haber dicho que no mucho antes, que no son tan graves, pero que hay una cultura de niña buena, de complacer, de agradar, de no llevar la contraria. Rosa se rebelaba contra eso con su boda, y Nevenka salvó la vida, salvó su piel llevándo la contraria, y le costó muy caro porque era muy difícil llevar la contraria en ese momento a esa persona.
- Para 'Soy Nevenka' habéis elegido a Mireia Oriol, que ciertamente se parece físicamente un montón a Nevenka, a la que hace dos décadas se comparaba físicamente con Mar Flores, era preciosa.
- Era importante para mí que fuera una joven muy atractiva porque es parte del personaje, entre comillas. Nevenka era así y eso también lo pagó caro, el ser tan atractiva, el ser inteligente, buena y llegar tan joven y que le dieran aquel puestazo. Todo eso lo pagó muy caro. Para mí no era importante que se pareciera físicamente como no era importante que la imitara. Pero, efectivamente, se parece. Luego sí que hay un trabajo de caracterización muy potente, la maquillaron y peinaron incluso como lo hacía ella entonces. Y luego hay un deterioro a medida que avanza el acoso, un deterioro terrible. Luego vuelve a recuperarse, pero ya no es aquella Nevenka, ya no está tan arreglada, es otra cosa.
- ¿Cree que queda mucho por contar en España sobre el acoso sexual?
- Yo creo que queda mucho por hacer. Queda mucho por hacer, más que contar. Contar es importante porque ayuda a entenderlo, pero creo que queda mucho por hacer, mucha cultura que cambiar, mucho que educar desde los colegios para que niños y jóvenes crezcan en una idea de un sexo consentido, respetuoso en los dos sentidos, que no se crucen líneas elementales y haya siempre un principio de respeto.
- En el mundo del cine también se abrió este tema, aunque no se ha vuelto a hablar, y en realidad es algo que aún sufren muchas mujeres en todas las profesiones, ¿como si quedaran demasiados #MeToo pendientes?
- Yo creo que sí. También en el periodismo hubo una denuncia por acoso sexual de un directivo de la televisión valenciana, por ejemplo, y ha habido periodistas de Cultura que denunciaron a Gerard Depardieu por acoso sexual. Lo que pasa es que es muy difícil denunciar el acoso, e incluso hablarlo, porque las personas se juegan el puesto de trabajo, se juegan la credibilidad, se juegan mucho. Tiene que haber una sociedad todavía más consciente, para que lo puedan decir, para que se sientan protegidas para decirlo. Y con el abuso de poder y el acoso moral, que ahí los hombres están igual de víctimas, hay demasiada impunidad todavía en muchos entornos, y sospecho que en el de la empresa y la política, como hay mucho en juego seguramente hay mucho, en hombres y mujeres. Hace falta que salga todo eso, porque además lo que no sale no existe, y esa también fue la virtud de lo que hizo Nevenka: sacó a la palestra un tema que era absolutamente común pero que nadie le ponía el dedo. Cuando lo sacas, cuando lo denuncias, cuando ocurre, de repente "ah, tenemos este problema". Pues sí, claro, tenemos este problema.
- Impacta en la película volver a ver las desagradables palabras de aquel fiscal, García Ancos, y contaba Nevenka en una entrevista en El País que los interrogatorios fueron aún peores.
- Parece increíble pero yo creo que era bastante normal, y de hecho ese señor fue por las radios diciendo que era una fresca y que era una putilla. Este señor ya está muerto, pobre hombre, pero vamos, no era solamente lo que decía, sino que lo decía con total impunidad, tranquilamente, y que tenía su 'claque'.
- Nevenka ha dicho que hablar y contar, denunciar, le salvó la vida. ¿Con esta película se le ayuda también a cerrar parte de esas heridas, esa reparación de la que hablábamos antes?
- Me encantaría que así fuera. Cuando hicimos la película leímos mucho y hablamos no sólo con ella sino con otras personas que habían pasado por ahí. Se queda mucha sensación de culpa, a pesar de todo, cuando la culpa y la vergüenza deberían en el otro lado. Yo espero que ayude a mujeres que puedan estar ahí, que ella se reconcilie con aquella chica joven con una cierta ingenuidad que cayó allí. Yo creo que hay una parte siempre en las víctimas de "si hubiera hecho esto, si no hubiera hecho lo otro, y si no hubiera entrado en ese coche, y si no hubiera cedido". Ese culpabilizarse por algo cuando no hay absolutamente ninguna culpa, porque tú puedes tener una relación y luego decir que no, y sanseacabó. Pero eso se queda ahí muy anclado. Cuando un hombre como ese, con ese poder, se empeña en tener una relación con alguien, es muy difícil que no hubiera ocurrido. Y aunque hubiera ocurrido, siempre estás a tiempo de decir que no, y no tiene por qué tener más consecuencias: es el consentimiento.
- Hay un dicho que dice 'Pueblo pequeño, infierno grande', aunque en realidad estas historias de acoso son universales. ¿Conocía Ponferrada, El Bierzo, León?
- Conocía León porque escribí con Julio Llamazares una historia que era 'Flores de otro mundo', y también hice una película -de la que él era guionista- con Felipe Vega, y la rodamos en El Bierzo. Es una maravilla El Bierzo, es una preciosidad. A Ponferrada no había ido.
- 25 años después de lo de Nevenka, en el mismo escenario de Ponferrada hemos tenido otra historia terrorífica de violencia extrema de género.
- La de Raquel...
- Un exconcejal de Ponferrada ha sido condenado por intentar matar a la abogada Raquel Díaz, su mujer, y ha ocurrido un poco lo mismo. Lo menos importante es el escenario, Ponferrada, pero se repite que otra vez se dejó a la víctima sola, otra vez la sociedad estaba muda, aunque en este caso no salieron a la calle a berrear y apoyar al verdugo. En los dos casos parece que a estos caciques se les ha protegido de alguna manera, sobre todo con los silencios: el poder que acumulaban, la presunción de inocencia aunque las víctimas hubieran hablado...
- Yo creo que eso es lo más terrible, el silencio cómplice. Eso hay que romperlo, porque si no es que les estamos pidiendo a las víctimas que hagan un doble mortal sin red. Si hay un silencio cómplice alrededor, no sólo del que lo hace, sino de los que lo ven, entonces, ¿cómo van a denunciar en este clima? Es muy terrible.
- Si denuncian y después la mayoría las deja solas y encima se las señala a ellas y ellos sienten esa impunidad... algo no funciona.
- Sí, la impunidad en todo esto es lo más terrible. Como con todos los 'bullying', como con todos los abusadores de poder, les protege el silencio. Si no hubiera silencio, no podrían hacerlo.
- ¿Qué reacciones curiosas le han contado tras el visionado de su película?
- Produce mucha emoción. Yo pretendía que fuera un viaje para el espectador con ella, y habrá quien no lo haga, pero los que me han llegado a mí dicen eso: los de la sala en San Sebastián, aquellas dos mil personas, y gente que me encuentro y periodistas incluso, porque son hasta ahora los que la habéis visto. Me dicen que se vive a veces como una película de terror, y yo creo que es una película de terror psicológica la del acoso, y se vive con esa angustia, y luego se vive también esa salida del agujero: esa lucha por su dignidad la compartes. Hubo una cosa muy bonita en la sala: hay un momento en la película en que ella ya ha puesto la querella, todavía no ha hecho la rueda de prensa pero está a punto, y esto es real, él la encontró en Madrid, encontró su teléfono no sé cómo y la llamó para intentar persuadirla. "Venga, Kenki, que yo te quiero ayudar". Y ella le dice: "No, Ismael, ya no soy Kenki, soy Nevenka", y cuelga. Hubo un aplauso en la sala, y no es el final de la película, entonces dices? guau, la gente está con ella, la gente quiere que vaya a Ponferrada y que diga lo que tiene que decir. Hay cosas muy bonitas. El público que la ha visto es el de San Sebastián y la prensa, pero a partir de este viernes la película ya no es nuestra, es del público, y ya lo que ocurra, veremos.
- ¿Y la primera reacción de ella al ver la película? No sé si la vio con ella antes de San Sebastián.
- Sí, la vimos con ella y con su abogado y con su psicoanalista, vinieron todos los 'personajes'. Se quedaron impactados se quedaron muy emocionados. Hay una cosa muy bonita que me dijeron, que ellos vivieron todo aquello con mucho miedo, porque este hombre, creo que lo sigue siendo, pero en aquel momento era un hombre muy poderoso con muchos tentáculos, y vivieron aquel proceso de poner la querella con muchísimo miedo y por supuesto con mucho miedo al efecto psicológico que iba a tener en Nevenka, que estaba muy destruida. Ellos no veían la épica de lo que estaban haciendo, y la película sí cuenta eso con épica: hay una música además que lo arropa, hay una sensación para el público de "vamos para arriba", y esto también les impactó, como diciendo "joder, lo que hicimos". A mí, más que el juicio, me parece impresionante ir a Ponferrada a hacer esa rueda de prensa. Hace falta mucho valor para hacer eso.
- He leído una crítica sobre la película que decía que a Ismael (interpretado por Urko Olazábal) se le pinta como un monstruo, y que en realidad no es tan oscuro como se le retrata...
- Yo no lo creo en absoluto: Hicimos mucho hincapié en el guión en presentarle como lo que nos contaron que era: un hombre que seducía a hombres y mujeres, un hombre con carisma, un hombre muy respetado en la ciudad, también temido, pero muy respetado. En Ponferrada nos lo decían, que este hombre "te ganaba", y eso lo hemos contado.
- ¿Alguna crítica más que haya recibido?
- Como está en el marco de un festival de cine, quizá se esperaba una puesta en escena como más artística, autoral. Yo lo que quería era comunicar mi historia, bueno, la historia de Nevenka, comunicar esa emoción y coger al espectador de la tripa. En el contexto de un festival a lo mejor esperas una mirada más autoral, una puesta en escena más sofisticada, pero a mí me parece que manda la historia y mandan los personajes, y yo no pinto nada, lo que pinto es para contarla.
- ¿Está satisfecha con el resultado?
- Yo creo que llega, y eso es muy importante. La gente se emociona y siente angustia cuando tiene que sentirla, y eso es muy difícil de conseguir. Emocionar a las personas es muy difícil, y en ese sentido estoy súper contenta.
- Totalmente, se siente esa angustia por ejemplo cuando él la llama a Madrid y ella está con Lucas y le da un ataque de ansiedad. Senti esa asfixia tremenda.
- Eso no es fácil de hacer, y eso es un trabajo que Mireia (Oriol) hace con una verdad brutal. Hay muchísimo trabajo de cámara y de puesta en escena para comunicar esa angustia sin que se note que estamos allí, y por eso estoy contenta.
- Usted que es aficionada a la pintura, ahora que conoce a Nevenka, ¿cómo la retrataría?
- Se me ha quedado grabada su mirada del sábado pasado en San Sebastián, se me agarra un nudo cada vez que lo recuerdo. Era una mirada hacia adentro y hacia afuera, una mirada de alguien que viene de muy lejos, de muy hondo: Me impactó muchísimo, mientras recibía ese aplauso tenía las manos en forma de rezo y miraba a la gente, y luego volvía la mirada como hacia adentro, temblaba: Sobre todo era una mirada emocionada, dolorida, agradecida, no lo sé, tenía ahí tantas cosas... Yo creo que es muy especial Nevenka, es una mujer muy dulce, pero muy fuerte a la vez, está muy conectada consigo misma, no hay pose, es algo muy puro. Supongo que ha hecho mucho trabajo para salir de ese lugar en el que estuvo. De eso hablaba su diario, también hablaba del acoso, pero hablaba de ese proceso de recuperarse y de reencontrarse, y se nota, es alguien que ha hecho mucha introspección para salir de ese lugar tan oscuro. Ha trabajado mucho para...
- Para sobrevivir, decía ella... Qué duro.
- Sí, porque una denuncia es una denuncia, pero el trauma está. Y el trauma es un trabajo de mucho tiempo para las víctimas.
- Y ahora, ¿está usted trabajando en nuevos proyectos?
- Estoy con una peli, pero como aún no es segura? no lo puedo decir.
- ¿También sobre mujeres?
- Hay una chica protagonista y es una historia coral que es una ficción, pero en este caso no está basado en nadie real.
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