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Este Pucela desespera a cualquiera

El feudo blanquivioleta volvió a pedir la dimisión del técnico, Paulo Pezzolano, en el empate a nada (0-0) ante el Albacete

Este Pucela desespera a cualquiera
Alejandro De Grado Viña
Alejandro De Grado Viña
Lectura estimada: 3 min.
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El Real Valladolid no pasó del empate (0-0) ante un Albacete en horas bajas que afrontaba la jornada en puestos de descenso. Los de Paulo Pezzolano no generaron apenas peligro en un encuentro que debería haber dado mucho más de lo que ha ofrecido. De hecho, no tiró a puerta hasta los minutos finales del encuentro y si lo hizo fue más por el arreón del público que por méritos propios.

PUESTA EN ESCENA SOPORÍFERA

El Real Valladolid no se enteró de la película que tenía que rodar. Si ganaba, se ponía tercero y a tan solo dos puntos del ascenso directo. Ese era el guion, pero a este Pucela le daba igual este contexto clasificatorio. Los blanquivioletas no fueron intensos en ningún momento con una circulación de balón lenta que dormía al aficionado, pero no a su rival.

El Albacete quería aprovechar que el Pucela pasaba por Valladolid. O, al menos, eso parecía porque los blanquivioletas ni comparecieron. Los de Rubén Albés, un viejo conocido de la afición pucelana, fueron, de hecho, los que golpearon primero. Un mano a mano de Agus Medina metió miedo a los locales que seguían vivos gracias a Jordi Masip. Ese fue un primer aviso al Real Valladolid, que ni con esas reaccionaba.

Los pucelanos, dueños del balón porque el Albacete no la quería, mantenían un ritmo de tren playero que provocaron los primeros pitos de Zorrilla. Las versiones de los jugadores llamados a ser importantes siguen dejando mucho que desear. Solo un voluntarioso Amath parecía iluminar la luz al final del túnel, esa que sigue sin ver este Pucela que desespera a cualquiera. Ni las acciones a balón parado parecían solucionar los problemas porque los centros ni encontraban rematador ni llegaban al corazón del área. Desolador.

GRITOS DE "¡PEZZOLANO, DIMISIÓN!"

La reanudación sentó mejor al Albacete que se encontraba muy cómodo en bloque bajo. De hecho, el 75% de posesión que arrojaba el Pucela era un dato que solo manifestaba quien tenía el balón, pero no quién generaba peligro. Los centros laterales e incluso algún saque de banda era cuando el Pucela se acercaba más a la portería contraria, momento que invitaba a un optimismo irreal.

El paso de los minutos no ayudaba al Pucela que no era capaz ni de meter miedo al Albacete. Los gritos de "¡Pezzolano, dimisión!" regresaban a Zorrilla generando incluso una respuesta desde el banquillo porque el técnico blanquivioleta agitó la coctelera antes del minuto 60 en forma de milagro. Aunque el que estaba preparado y vestido de corto era Biuk, Pezzolano optó por dar la oportunidad a Moro y a Negredo, que debutaba con la blanquivioleta. El recién llegado se llevó la mejor ovación de la noche y era un cambio. Con eso se dice todo.

Entre tanto alboroto, Manu Fuster falló ante Masip una ocasión muy clara que había sentenciado al Real Valladolid y, de haberlo hecho, se había llevado el gato al agua. El Alba había perdonado dejando con vida a un Pucela con intentonas sin fortuna de Moro y de Negredo, que tiraban mínimamente del carro. De hecho, el portero del Albacete, Bernabé Barragán, estuvo cómodo, jugó con el colegiado todo lo que quiso y lo que le permitieron y se lleva una portería a cero más a su carrera que, seguramente, haya sido una de las más fáciles de todas las cosechadas.

Ya en el descuento, Zorrilla, que ya se cansa del entrenador, estalló contra su figura con una pitada final incluida por un empate a nada que ha sumado un Real Valladolid que así no va a ningún lado.